Era un adolescente tímido y retraído. Una belleza de otro planeta. Tenía 15 años cuando su abuela lo empujó a un casting. "El hombre más guapo del universo". Pero la película iba a ser una experiencia aterradora que le dio una fama que destruiría su vida
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El huracán Ida afectó la producción y obligó al cierre de al menos siete refinerías en el Golfo de México en EEUU. ¿Puede afectar los precios de los combustibles en octubre?
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En febrero de este año, llegó al programa de Coco Sily en un Mercedes e hizo que le llevaran al estudio su bolso Louis Vuitton. Brindó de smoking sentado en un trono rojo.
Lo sabían...?
Edmundo Rivero y la censura....
En su libro, El lunfardo y yo, Edmundo Rivero habla de los avatares de la censura y lo que sucedió con tantas letras de tango que se esfurmaron temporalmente porque no tenían arreglo en su métrica y sentido expresivo. Ahí tallaba la larga mano de los inquisidores de los años 40, detrás de los cuales estaba el Cardenal Capello, que fuera antes Arzobispo de Buenos Aires . Y Rivero lo recordaba así:
Censura hubo casi siempre...
Para lo único que la mano venía pesada era para las letras lunfardas. Todavía se arrastraban algunas prohibiciones que venían desde la presidencia del general Ramírez. Celedonio Flores había sido uno de los más proscriptos y a lo mejor se murió de pura bronca. A veces había sido peor que prohibido: desfigurado hasta el disparate por remiendos que pretendían "moralizar" sus letras. Con Mano a mano, por ejemplo, se llegó a absurdos como éstos:
Recordando en mi tristeza
hoy te evoco y veo que has sido
en mi existencia azarosa
sólo una buena mujer.
Tu presencia distinguida
et.etc.
Como si rechiflado o bacana fuesen una ofensa al pudor y, "pobre vida paria" tuviese algo que ver con el lunfardo.
La censura no permitió que mi repertorio de aquellos años con Troilo tuviera más letras reas, pero hay que recordar que la mayor parte de las orquestas tampoco solían hacerlas, quizás con excepción de D'Arienzo. Yo me iba a desquitar bastante pronto. El primer disco que grabé como solista, ya en el 50, fue Audacia, justamente de Cele, letra que había estado prohibidísima y en la cual el autor reflexionaba acerca de otras palabras aceptadas, como "partenaire"
Yo no manyo francamente
lo que es una "partenaire"
aunque batan que soy bruto
y atrasado, qué querés.
No ha de ser nada bueno
si hay que andar con todo al aire
y en vez de batirlo en criollo
te lo baten en francés.
Ya en los tiempo de Troilo, Perón había empezado a dar vía libre al lunfardo, no podía dejar de percibir el ridículo de llamar La mala al tango La maleva. Las anécdotas de aquel tiempo eran incontables: se había llegado a proponer para El ciruja algo así como El hurgador de basurales. Claro que después la métrica no daba. Por algo la gente se había tomado ya en farra la cosa y bromeaba con que a la calle Guardia vieja se la debía rebautizar "Cuidado mamá"
Perón, además, era bastante ducho en lunfardo. Su tango preferido, el que siempre pedía cuando yo cantaba, no era al fin de cuentas muy académico. Lo emocionaba casi hasta las lágrimas (y alguna vez fue sin casi) Cuando me entrés a fallar, esa historia del jovato y de la piba.
Los invito a ver esta reliquia de la película " Pelota de trapo" de 1948. En la descripción del video dice que es de la película pelota de cuero, pero esta mal titulado.
Donde Edmundo Rivero canta el tango que hizo lagrimear a Perón en Madrid ( donde se encontraba exiliado)
En la mesa mirando a Edmundo....Ernesto Grillo ( una gloria del fútbol) y el director de cine Armando Bo.
Gracias por llegar al final del post que espero haya sido de su agrado.
Abrazo tanguero.....!!!!!
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El sábado pasado, Telenoche estrenó al presentador más joven de su historia. Se trata de Santiago Wilkins, de 22 años, quien también trabaja en Zoom internacional y Zoom de noticias.
Con esta novedad, el periodista nacido en Tacuarembó se ganó un nuevo espacio en la pantalla de Canal 4. "¡Feliz! Este sábado me tocó debutar en la edición central de Telenoche con la gran Viviana Aguirre", escribió en su cuenta de Instagram.
1.6 milHéctor Sergio Casales Amorin y 1.6 mil personas más
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“El infierno está vacío, todos los demonios están aquí.” William Shakespeare.
Miranda Priestly, en El diablo viste a la moda (2006), es la jefa maltratadora de Andrea Sachs (Anne Hathaway).
Se sabe que el personaje de Miranda está basado en Anna Wintour, la famosa editora de la revista Vogue.
Me permiten contarles una experiencia personal?
Mi actual jefa se casó con su propio jefe (un hombre 15 años mayor que ella), y se quedaron ambos en la misma oficina (de un Organismo estatal). Maltratadora serial desde antes de obtener su cargo de directora, una vez juntada con él, pasó a contar con el encubrimiento que le brindaba su marido (un hombre que a pesar de sus 71 años y de padecer un cáncer terminal, se niega a jubilarse). A cambio, ella “le organizaba” lo que para ambos es “su oficina” y no, como es el caso, una oficina del Estado de la Provincia de Buenos Aires.
Antes de que yo pase a formar parte del cuerpo de abogados de esa entidad, tres abogadas habían pedido el pase, cansadas del abuso de poder de esta señora. Las tres, por separado, me habían contado episodios de maltratos y de terror psicológico, que la directora ejercía sin ningún miramiento de las consecuencias de sus actos, porque como ya he dicho, su jefe (quien además es la máxima autoridad de ese Organismo), es su marido.
La otra abogada que trabaja en ese recinto, se llevaba pésimo con la directora y solía decirme que esta señora “la había enfermado de los nervios.”
Y después estaba yo, que venía del otro edificio del Organismo (también ubicado en la misma ciudad), después de denunciar que un ex compañero de oficina quien, literalmente, se me tiraba encima.
Obtuve una medida Perimetral Perpetua contra el abusador sexual (algo que sentó un precedente en dicha ciudad, porque, hasta ese momento, nunca se había brindado entre dos compañeros de trabajo antes) y recién a partir de un Dictamen de una Junta Médica (que estableció que yo no podía estar en el mismo recinto con el abusador sexual), el esposo de la Directora, me aceptó en su oficina. Lo hizo a regañadientes, como él mismo me aclaró desde el primer día, así como también me adelantó: “si nos caes mal, te haremos la vida imposible para que te vayas. Como hicimos con las otras abogadas” (algo que también me decían a menudo los empleados administrativos de la oficina).
Cabe destacar que el abusador sexual se sigue desempeñando en el Organismo, como si nada hubiera pasado, además de que es docente, junto a su esposa (a quien utiliza como pantalla para mantener las apariencias y probablemente también como su cómplice) de la Facultad de Ciencias Económicas de una Universidad Nacional. El abusador solía decir en el oficina que “le tenía ganas a sus alumnas, pero que ellas no querían saber nada con él.”
En el año electoral del 2019, la directora le dibujó horas extras a dos empleados administrativos de la oficina, es decir, hizo malversación de fondos del Estado. Sucumbiendo a la exigencia de éstos, quienes venían protestando enérgicamente porque a los abogados finalmente (y después de una lucha sindical que llevó años) nos habían aumentado el sueldo y al fin logró diferenciarse del sueldo de los empleados administrativos. Algo de lo que todos los administrativos se quejaron, mientras tomaban mate con la señora que limpiaba la oficina. Por su parte, ellos son dos personas que, habiendo nacido en una ciudad que cuenta con educación universitaria gratuita, decidieron no estudiar nada, pero protestaban por no cobrar lo mismo que los profesionales. Él era un confeso drogadicto, siempre contaba las nuevas drogas que experimentaba y su comportamiento era claramento violento. La otra, me perseguía desde el momento mismo en que ingresé a esa oficina y manifestaba a menudo que ella “le creía a los hombres”, porque “los hombres no mienten en esos casos” (haciendo una clara alusión al caso de acoso sexual del que yo había sido víctima). A pesar de que yo nunca le había dirigido la palabra, en dos oportunidades, ella me manifestó que me estaba haciendo trabajos de “magia negra”, “porque quería que yo me muera.” Si bien el comportamiento de ambos era especialmente hostil y tenía una fijación, por lo menos, perversa conmigo, el mismo se hacia extensivo, en menor medida, hacia los otros 5 abogados que había en la oficina, y siempre se encontraba amparado por la mirada indulgente de la señora directora, quien parecía disfrutar con la maldad grupal, la vagancia y la falta total de colaboración laboral, a la que nos sometían diariamente los empleados administrativos de la que para la directora era “su” oficina.
Cuando la directora se enteraba de que yo me iba a Pinamar a pasar el fin de semana largo (localidad a la que voy desde regularmente desde que tengo 20 días de vida, dado que mi familia siempre tuvo una propiedad allí) solía decir que una amiga de ella “estaba allá y que le había dicho que llovía y hacía frío.” Yo no lo podía entender, la directora cobraba un sueldo muy superior al mío y solía viajar con frecuencia a Europa, por qué iba a envidiar mi vacaciones en Pinamar? Pero sin embargo así era. Ella, una mujer de unos 60 años, que padecía una anorexia extrema (vivía a base de lechuga y huevo duro, porque consideraba que el cuerpo de la mujer debía verse esquelético), era en el fondo de su psicopatía, víctima de si misma. Muy probablemente, debido a su anorexia nerviosa (la cual ella se negaba a admitir), había sido incapaz de tener hijos y cómo me contaba una de las abogadas que se había ido de esa oficina por sus malos tratos “cuando yo estaba embarazada, la directora solía tirarme el humo de su cigarrillo en la cara.”
Realicé la denuncia por violencia laboral y por malversación de fondos del Estado en el Sindicato y desde Marzo del 2020, por la pandemia, me encuentro realizando trabajo remoto para el Organismo, desde mi casa.
Además de mi trabajo como Abogada del Estado Provincial, soy abogada laboral litigante y como todos ustedes saben, cinéfila.
Como dije en otro texto, el un mundo plagado de Miranda Priestly y de Emilys Charltons, esfuércense por ser como Andrea Sachs.
Luciana Palermo.
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