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Monday, August 5, 2019

ASISTENCIA SOCIAL EN MALDONADO. UNA HISTORIA REAL

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  ASISTENCIA SOCIAL EN MALDONADO. UNA HISTORIA REAL

  Hoy en la mañana acompañé a un vecino anciano que rengueaba  por el dolor en piernas ya sin una circulación eficiente. Se le había vencido la tarjeta de tomar el bus gratuitamente y debía renovarlo.

  Yo pagué el pasaje por los dos hacia el centro de Maldonado. Fuimos, con descanso a cada  cinco pasos del anciano, a renovar dicha tarjeta de tráfico. La señora que atendía este trámite-toda dulzura y simpatía, buscó en la  PC mientras nosotros esperábamos. Nos dijo que ya había transcurrido un año y que debíamos ir a Asistencia Social bajo el estadio de fútbol principal de Maldonado a renovarla.

  Yo presto, casi arrastrando con una mano al anciano, llegamos al sitio. No podía subir las escaleras por lo que tomamos un elevador al segundo piso donde se encontraba ASISTENCIA SOCIAL. Allí sentadas en unas sillas  tras una mesa, dos jóvenes nos preguntaron qué era lo que el anciano precisaba.

  Una era una joven rubia, de cutis rosado por el carmín, labios rojos y cabello sostenido por una cinta, muy risueña y amable. La otra era otra joven obesa pero morocha y con rostro lindo, cargada de maquillaje con los labios de un tinte negro y pelo encrespado que lo había trenzado en  largos mechones tipo raftafari recogidos  también con un lazo en la nuca. Pero era obesa, con senos opulentos casi le llegaban al ombligo, amplias caderas y cintura inexistente. Unos zapatos negros de plataformas gigantes- no sé cómo podía caminar- calzaban sus exuberantes pies de joven atractiva.

 Tomamos una tarjeta con el número 9. Así que tendríamos que esperar mucho tiempo. Paciencia, le dije al anciano, cansado ya de tantos trámites burocráticos.

  Habia un cartel en un cubículo donde proclamaba "Asistencia Social" y me dirigí a él. Había otra joven de ascendencia indígena mezclada con morena que no atendía a nadie. Allí la vi sentada mientras las otras jóvenes le llevaban vasos descartables y tazas de café, una y otra vez.

  ¿Será la directora?- me dije y le pregunté:

  -Perdone usted por interrumpir su café de las 11: 30 de la mañana, ¿Pero es aquí donde atiende Asistenta Social? 
  
  - SÍ- me dijo sin sonreír, y continuó sorbiendo su adorable café.

  Y así pasaron los minutos sin que la “Directora” o cualquier puesto que tuviera, atendiera a público alguno.

   Por fin le llegó el turno al anciano que acompañaba. Trastabillando llegó a otra mesa interna donde una mujer madura pero bella, pelirroja y atenta, atendió al anciano. Este le enseñó la tarjeta del tránsito en bus y le dijo que había caducado:

 -No hay problema Señor. Enseguida le hago los papeles.

   Yo me fui a sentarme en el lobby y vi que la “Directora” había despegado su pronunciado trasero de su silla tras la mesa de su cubículo y reía alegremente con las dos chicas  recepcionistas frente al público que esperaba. También había un joven atractivo de pie junto a las muchachas. A la “directora” le escuche decir en voz alta, pues no sabía medir su voz aunque fuera en un susurro:

  -Perdónenme, chicas. Pero yo prefiero trabajar con hombres porque las mujeres siempre están en chimentos.

  
  No tuvo pudor al hacer aquella afirmación. Pensaba que el público eran todos ignorantes y tontos y no estaban a la altura de su filosofía que igualaba a  la de los escritores alemanes del siglo XIX  y XX.

  Eran muy elocuentes, con la elocuencia de una plancha eléctrica sin conectar.

  Solo yo presté atención. A mí no me engañaban.

  Cómo serían los funcionarios que atendían la "Barométrica"- extracción con mangueras del contenido nauseabundo de los pozos negros. ¿Tendrían barbijos de protección? Quién sabe, solo vi a individuos preguntando por aquel servicio. 

  Fui en busca del anciano y las chicas conversaban tanto estimuladas por la presencia del joven colega que no se percataron de mi paso.

 Ya frente a la Dama Pelirroja, esta me dijo:

  -Le agregué un papel para pañales pues en Señor me dice que orina varias veces al día.

  -Cierto- le dije- es un asunto de la próstata.

  Salimos de Asistencia Social  y regresamos a Tránsito muy cerca de allí. Allí la buena señora nos vio y dijo que nos acercáramos.

 Buscó en la PC y contrariada, pero sin perder su sonrisa amable, nos dijo que no le había llegado el nuevo contrato a su ordenador pero que de todas formas iba a renovar la tarjeta de transito del anciano. Salimos de allí contentos y felices. Al fin habíamos encontrado a alguien amable que trataba a todos  como si de un familiar se tratara sin tanto burocratismo ni demoras aunque un ejército de burócratas, cuyos puestos por política o concurso, se ocupaban de atender a los pobres.


  Pero he aquí que al anciano se le había olvidado la tarjeta de los pañales. Volvimos a la asistencia social.

  La “Directora”, que había dejado su puesto al parecer por el resto del día pues su trabajo consistía por lo que vi, en beber mucho café traído por las secretarias, permanecía de pie al lado de las recepcionistas en una plática donde la lírica y la pura poesía de los bardos uruguayos se entrecortaba con la simpatía al joven colega, modas y no sé cuántas boberías.

 Yo pasé directamente a ver a la Señora pelirroja que había atendido al anciano antes.

   -Señora. Creo que olvidó del papel de los pañales- eso mientras yo dejaba al anciano sentado en el salón de espera.

   La bella señora llamó  a una rubia también joven y bella y le dijo que buscara, en no sé qué lugar, el papel para levantar los pañales. Mientras tanto yo salí y me detuve un minuto frente a las recepcionistas.

  -¡Señor! ¡Usted no sabe que tiene que esperar número y que lo llamen!

  Yo exploté con mi famosa ira ante tantas demoras y burocratismo.

   -Yo pasé simplemente a hacer una pregunta a la señora que atendió a mi vecino. ¿Acaso quería  que sacara también un turno para eso?

  -Si- me dijo la “directora” con voz acre.

  -Usted se ha pasado la mañana con las nalgas pegadas a una silla y ahora entretiene a las recepcionistas con su charla del ciberespacio, el post humano y la literatura francesa. ¿O me equivoco? Además, cómo entró a trabajar aquí. Si necesitan personal que tenga una sensibilidad y simpatía hacia los ancianos y los pobres que nunca se quejan de nada. Pero conmigo las cosas son diferentes. Ahora va a  ver cómo le cae un camión encima.


  Di media vuelta y me senté. Ya me había descargado de aquel trato a los sin nada y a los enfermos.

   La “Directora” comenzó a reír fuertemente. Ya conozco esa risa para esconder una derrota y el bochorno que había pasado ante sus compañeros.

   Por fin la rubia joven me entregó un papel rosado para los pañales.

   -¿Dónde los levantamos?

  -Aquí al lado, junto al Liceo No. 5.

  Yo dije adiós solo a la rubia joven recepcionista por ser amable, sensible y posiblemnete con vocación de atender público aunque sean enfermos o pobres.


  En un silencio total el anciano y yo abandonamos el recinto. Pero eso no fue todo. Encontramos el Liceo y les pregunté a unos alumnos si era el liceo 5.

  -No. Este es el Liceo 1. El 5 queda como a diez cuadras de aquí.

   -Deja eso- me dijo el anciano-. Otro día averiguamos sobre los pañales mientras tanto yo los compro en el almacén.

  -Déjeme a mí. Ya estoy acostumbrado al burocratismo público de algunas Instituciones de Maldonado. Yo me encargo mañana de averiguar y  buscárselos. Otro día como este y le  da un AVE Trombótico o un Infarto del Miocardio. Y ahora que se acercan las elecciones están todos los funcionarios revueltos. Si cambia el Partido gobernante muchos puestos por amiguismos peligran.

    El anciano volvió a su casa. Esta vez con su tarjeta gratuita del bus.

  Yo llegué con hambre y me preparé un sándwich de jamón y queso con coke sin azúcar, pasando por alto la dieta prescripta por mi Diabetóloga y me dispuse a escribir este artículo que es pura verdad.

   


                         DR. OVA   
05-08-2019   


  POSTDATA: SOY CIUDADANO URUGUAYO DESDE HACE 25 AÑOS. HE VOTADO TRES VECES POR UN PRESIDENTE QUE NOS REPRESENTE. URUGUAY ES UN PAÍS DEMOCRATICO CON UNA RICA TRADICIÓN INSTITUCIONAL.

   LA CONSTITUCIÓN ME DA EL DERECHO DE ALABAR LA GESTIÓN DE ALGUNA INSTITUCIÓN O POR EL CONTRARIO, SEÑALAR SUS DEFICIENCIAS QUE A MI JUICIO SE PUEDEN ENMENDAR.

 SIN SABERMELO TODO, CRITICO EL MALTRATO QUE ALGUNAS INSTANCIA DEL GOBIERNO, BUROCRATISMO APARTE, DAN AL PUEBLO, SOBRE TODO SI ES POBRE O ENFERMO. CRITICO A L@S FUNCIONARIOS SIN VOCACIÓN DE ATENDER A LOS NECESITADOS CON IRONÍA, HUMOR Y UNA DESTACADA SÁTIRA LOS PONGO EN EVIDENCIA A LOS QUE NI UNA SONRISA ATIENDEN AL NECESITADO.

  LOS QUE ATIENDEN CON AMABILIDAD UN BUEN PAGO POR SU EXCELENE TRABAJO. LOS QUE LEAN ESTE ARTÍCULO, SIN MENCIONAR NOMBRES, SABEN A QUIENES ME DIRIJO.  





 
   

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